Son cientos las veces que me dijo, que
llegaría el día en el que me acordaría de ella,
pero entonces tenía una edad maravillosa en la que uno cree que lo sabe
todo, eran años en los que la cama se hacía por arte de magia, la ropa se
lavaba, planchaba y guardaba solo con dejarla tirada en cualquier rincón de mis
10 m2 de habitación. Recuerdo que esa magia desparecía coincidiendo con la
ausencia de mi madre, aunque funcionaba hasta cuando ella estaba enferma, pero cuando volé del nido desapareció ese encanto.
También tuve la suerte de vivir en un todo incluido,
debíamos tener contratados una empresa que nos suministraba siempre la comida
deseada en cada momento, siempre tuve la suerte de elegir, no me gustaba la
verdura y en solo segundos, esas espinacas se convertían en un jugoso filete de
pollo empanao, asombroso, además en este caso, el efecto no desaparecía ante
las ausencias de mi madre, ya que el frigorífico aparecía casualmente lleno de
recipientes (antes no había taper) etiquetados por días, pero el cáterin cerró
y ahora a menudo, me acuerdo de ella.
Mi padre sigue disfrutando de esa magia, por
ello, creo debe ser por el piso de Villegas, supongo que por ser tan
chico, a cambio le darían esos privilegios. Mi padre le entregó sus mejores
años de vida a la UGT, mi madre también, al igual que todas la mujeres que
criaron a sus hijos mientras sus maridos luchaban por la clase trabajadora, por
el futuro de sus hijos y nietos.
Mi madre era la que siempre estaba
en casa, bueno, siempre no. El encanto funcionaba de manera
extraordinaria en ella, de hecho creo que por aquella época tenía superpoderes,
trabajaba en una cooperativa de limpieza o fregando cacharros gigantes en la
cocina de San Lázaro, pero le daba tiempo de dejarnos el desayuno, la ropa y el
alimento del recreo preparado. Ella salía a las seis de la mañana y cruzaba por el Polígono
Norte aún de noche ¡sola! Lo que yo diga, tenía superpoderes .
Ella siempre sabía donde estaba todo, debía
tener un ordenador en la cabeza, la luz, el agua, el piso, la compra, etc,
antes no había domiciliación bancaria, había que hacer unos cuantos de km
andando para pagar estas cosas, pero ella, no sabía como, le daba tiempo de
todo. Conocía los precios de todos los comercios en 10 km a la redonda, iba a
León XIII por unas zapatillas que valían 100 pts menos que las de la gitana de
la plaza y compraba el pan en el Polvillo de los príncipes porque era el que
estaba más calentito de todo el distrito, no era casual encontrarte con alguien
que te dijera – he visto a tu madre comprando en…..- lo que yo diga, poderes
mágicos.
Además de todo eso, también creo que ella
debió viajar al futuro, aunque no podría contárnoslo, se está cumpliendo todo lo
que predijo: Ya te acordarás de mí cuando tengas hijos, ya te acordarás de mi
cuando trabajes y tengas que llevar tú casa “palante”, ya te acordarás de mí
cuando……..
Pues sí, me acuerdo de ti todos los días, no
solo por haberte entregado en cuerpo y alma a tu familia, también porque estoy aquí y soy
así, por tu sangre, por tus noches sin dormir y por tu ejemplo.
Hoy quiero pedirte disculpas, disculpas por
no decirte lo que te quiero de vez en cuando, sé que tendría que haberlo hecho
mucho antes, pero nunca me apetece verte llorar, como
seguro que lo estás haciendo ahora.
Te quiero
No hay comentarios:
Publicar un comentario