domingo, 13 de mayo de 2012

Mi Sevilla, er mejó equipo der mundo (1ª Parte)

Fueron más de 8 horas por la ruta de las curvas, si no se llama así, es el nombre que debieron colocarle, mi autobús era el número cinco, allí íbamos no menos de 500 palanganas camino de Salamanca para ver si nuestro Sevilla era capaz de sumar los tres puntos que nos dieran posibilidad de luchar por el ascenso, perdimos 4 a 0 en un partido horrible.

También fueron unas cuantas de horas las que tuvimos que soportar camino de Albacete, en aquella ocasión también fue numerosa la infantería rojiblanca, no paramos de animar durante todo el partido mientras nuestro equipo se arrastraba por ese “estadio”, exceptuando a Suker, ningún otro jugador se despidió de nosotros al acabar el encuentro, perdimos 2-1.
No puedo olvidar tampoco la ilusión que teníamos en aquellos cuartos de final de copa contra el Zaragoza, el resultado en La Romareda nos dio pie a la esperanza, por fin después de muchos años, teníamos en nuestra mano jugar una semifinal, pero Gustavo Poyet nos liquidó, ni siquiera Luis Aragonés se explicaba aquella eliminación.
Un día que no se ha borrado de mi memoria, a pesar de 8 participaciones seguidas en Europa, fue aquel de Uefa en la que los griegos del Paok invadieron Nervión, en el campo no había más de 25.000 personas, el doble que el partido de vuelta en el que los Rusos de Moscú no necesitaron de ningún torpedo para eliminarnos, fue un desastre, pero aún perduran aunque ya algo borrosas, las imágenes de aquellos aficionados extranjeros abarrotando los bares de Nervión.
Durante dos décadas, Pintinho, Bengoechea, Polster, Zamorano o Suker eran los jugadores extranjeros que decoraban con sus fotos las peñas sevillistas, fueron mis ídolos al igual que  Buyo, Jiménez, Ramón, Francisco o Gabi Moya. Eran tiempos en lo que ser Sevillista, significaba ser de un equipo donde se disfrutaba mucho más soñando, que estando despierto un domingo cada 15 días en el Sánchez-Pizjuán.
No teníamos ambición, ni suerte, pero teníamos nuestra historia, lo que nos contaban nuestros mayores y con eso era suficiente para alimentar un orgullo, que ya quisiera para sí el mismo Milán de Van Basten, 30 años de orgullo por algo que existió y que soñábamos con ver, pero que nunca llegaba.
Veíamos disputar finales al Celta de Mostovoi y Karpin, al Alavés de Javi Moreno, al Zaragoza de Nayim, a la Real, al Valencia, al Osasuna, al Mallorca en Champions y hasta equipos tan cercanos  como Recre o Betis les tocaba la lotería de vez en cuando, nosotros, ¡Nunca!.
Soñábamos en Matalascañas o en la piscina de Bellavista mientras deseábamos que acabase ya el verano y saliese el cartel del partido de presentación, comprábamos de vez en cuando la prensa y volvíamos a encontrarnos a nuestra estrella con la camiseta de un equipo de la capital, de España o de Cataluña – “da igual,  este año romperá Santaella o Antoñito, además con ese dinero ficharemos a ……… ”-  daba igual, nuestro orgullo y nuestros sueños nos seguían empujando a las taquillas para renovar un abono lleno de ilusiones y decepciones.
A los niños por entonces no se les enseñaba a decir Sevilla Campeón o Beti kk, en la década de los 80 y 90 a todo Sevillista recién aterrizado se le empezaba a repetir lo mismo, “Yo der Sevilla, er mejó equipo der mundo”.
Años después nos zamarreó el destino, bendito 15 de agosto de 1995, sin internet, ni móviles y con media Sevilla desperdigada por la costa andaluza, ¡Despertamos! Decidimos tomar las calles, era el momento de renovar ese orgullo heredado por nuestros abuelos, ¡Gritamos! ¡Nos Unimos! y lloramos juntos defendiendo el escudo que late al compás de las campanas de la Giralda.
Y comenzamos a soñar despiertos, ni siquiera aquel descenso en un Tartiere de primera nos pudo parar, Monchi lloró aquel día sin saber que el destino le guardaba millones de lagrimas, como para llenar seis copas como Kanoute de grandes, pero estas, de alegría.
Antes había que ascender y a falta de cuatro jornadas para el final de liga, me llamo mi compadre (El único que por entonces no tenía miedo a volar) y empezamos a soñar de nuevo, aquella conversación telefónica acabo en el World Trade Center de La Cartuja, en la única agencia de viajes que nos llevaba a Las Palmas ese fin de semana y a Maspalomas nos fuimos gastando exactamente el sueldo de un mes de trabajo, pero merecía la pena, nuestro equipo no podía estar solo en ese campo de fútbol, ese partido contra el Universidad de las Palmas nos daba virtualmente el ascenso, Fredy hizo el tercero y nosotros acabamos metidos en una fuente en medio de una boda canaria, recuerdo a los invitados bailando con el traje típico mirándonos alucinados por una cristalera.
Podestá nos regaló el ascenso una semana más tarde, en aquel partido con 40ºc jugado contra el Tenerife, marcó  aquel gol con el alma, ya no le quedaba rodilla. La temporada siguiente fue nuestra cantera la que resurgió, Utrera se convirtió en el pueblo de todo sevillista, Reyes y Caparrós comandaban al equipo de la casta y el coraje, aquella temporada nos volvió a robar una vez más el Real de Madrid, Valdano le indicó a Iturralde en que minuto debía expulsar a Javi Navarro para dejarnos de nuevo a las puertas de una final.
Llegó el año 2005, miles de sevillistas soplan las cien velas de nuestra tarta de fresa y nata, en el tercer anillo se pide el mismo deseo, se repite desde el 1948, cada uno de ellos pá sus adentros –“Que no nos visite más ningún guardián de Nervión sin ver a su Sevilla ganar un título”- con qué fuerza nos unimos aquel 14 de octubre al Himno del Centenario, al evangelio del Sevillismo según Javier Labandón, Y Sevilla, Sevilla, Sevilla, aquí estamos contigo Sevilla, compartiendo la Gloria en tu escudo, orgullo del fútbol de nuestra ciudad…….

 (Continuará)

domingo, 6 de mayo de 2012

Hoy quiero pedirte disculpas, por no decirte lo que te quiero, de vez en cuando


Son cientos las veces que me dijo, que llegaría el día en el que me acordaría de ella,  pero entonces tenía una edad maravillosa en la que uno cree que lo sabe todo, eran años en los que la cama se hacía por arte de magia, la ropa se lavaba, planchaba y guardaba solo con dejarla tirada en cualquier rincón de mis 10 m2 de habitación. Recuerdo que esa magia desparecía coincidiendo con la ausencia de mi madre, aunque funcionaba hasta cuando ella estaba enferma, pero cuando volé del nido desapareció ese encanto.
También tuve la suerte de vivir en un todo incluido, debíamos tener contratados una empresa que nos suministraba siempre la comida deseada en cada momento, siempre tuve la suerte de elegir, no me gustaba la verdura y en solo segundos, esas espinacas se convertían en un jugoso filete de pollo empanao, asombroso, además en este caso, el efecto no desaparecía ante las ausencias de mi madre, ya que el frigorífico aparecía casualmente lleno de recipientes (antes no había taper) etiquetados por días, pero el cáterin cerró y ahora a menudo, me acuerdo de ella.
Mi padre sigue disfrutando de esa magia, por ello, creo debe ser por el piso de Villegas, supongo que por ser tan chico, a cambio le darían esos privilegios. Mi padre le entregó sus mejores años de vida a la UGT, mi madre también, al igual que todas la mujeres que criaron a sus hijos mientras sus maridos luchaban por la clase trabajadora, por el futuro de sus hijos y nietos. 
Mi madre era la que siempre estaba en casa, bueno, siempre no. El encanto funcionaba de manera extraordinaria en ella, de hecho creo que por aquella época tenía superpoderes, trabajaba en una cooperativa de limpieza o fregando cacharros gigantes en la cocina de San Lázaro, pero le daba tiempo de dejarnos el desayuno, la ropa y el alimento del recreo preparado. Ella salía a las seis de la mañana y cruzaba por el Polígono Norte aún de noche ¡sola! Lo que yo diga, tenía superpoderes .
Ella siempre sabía donde estaba todo, debía tener un ordenador en la cabeza, la luz, el agua, el piso, la compra, etc, antes no había domiciliación bancaria, había que hacer unos cuantos de km andando para pagar estas cosas, pero ella, no sabía como, le daba tiempo de todo. Conocía los precios de todos los comercios en 10 km a la redonda, iba a León XIII por unas zapatillas que valían 100 pts menos que las de la gitana de la plaza y compraba el pan en el Polvillo de los príncipes porque era el que estaba más calentito de todo el distrito, no era casual encontrarte con alguien que te dijera – he visto a tu madre comprando en…..- lo que yo diga, poderes mágicos.
Además de todo eso, también creo que ella debió viajar al futuro, aunque no podría contárnoslo, se está cumpliendo todo lo que predijo: Ya te acordarás de mí cuando tengas hijos, ya te acordarás de mi cuando trabajes y tengas que llevar tú casa “palante”, ya te acordarás de mí cuando……..
Pues sí, me acuerdo de ti todos los días, no solo por haberte entregado en cuerpo y alma a tu familia, también porque estoy aquí y soy así, por tu sangre, por tus noches sin dormir y por tu ejemplo.
Hoy quiero pedirte disculpas, disculpas por no decirte lo que te quiero de vez en cuando, sé que tendría que haberlo hecho mucho antes, pero nunca me apetece verte llorar, como seguro que lo estás haciendo ahora.

Te quiero 

martes, 1 de mayo de 2012

La viajera que quiso enseñarme a besar......


A ella no le gustan estas cosas, prefiere demostrar lo que siente mirándote directamente a los ojos,  yo sin embargo, justo lo contrario, soy feliz demostrando lo que siento, quizás sea este el espíritu que nos mantiene unidos, somos diferentes, pero nos amamos con la misma contundencia con la que lo hacíamos hace ya una década.
El 1º de Mayo de 2004, renuncié a mi orgullo, le regalé un sí quiero ante la mirada de uno de mis enemigos, sabía que la hacía feliz, mereció la pena recibir aquella herida, la luz con la que ella miraba a Santa Ana me confirmó que sería para toda la vida.
Mucha gente no se atreve a tomar el camino, que nadie sabe donde termina, prefieren seguir andando por uno, cuyo final ya conoce, un matrimonio de conveniencia es hoy en día lo más habitual.
Yo no sabía lo que suponía amar, yo me di cuenta cuando empecé a creer que si el corazón de ella dejará de latir, sería mi cuerpo el que se enfriaría antes, la necesito, necesito que sonría para yo poder reír, no puedo verla llorar, es mi alma la que sufre, la necesito, la necesitamos.
Hemos aprendido juntos las cosas importantes, nos respetamos a pesar de no entendernos en algunas ocasiones, cuando me irrito, ella se serena, me proporciona equilibrio a cambio de algo de sangre.
Ella no se da importancia, sin darse cuenta, se comporta con sus hijos como si hubiese sido madre toda la vida y al mismo tiempo se mantiene junto a su madre, como la hija que nunca se fue de casa, se hace respetar y respeta.
Acerté eligiendo el camino por descubrir, las curvas de la vida a tu lado son menos peligrosas, me gusta soñar contigo, todos los días, recordar lo ya vivido, ha sido intenso, ha sido maravilloso.
Gracias Ana, por elegirme como compañero, por los príncipes, por sonreír.